GINESITO ROSA Y EL LOOBO (¿No sería un miau-miau?)
Erase una vez una persona de Torrepayeco llamado ginesito rosa que vivía con su mujer, conocida como caperucita roja, en un linde de un bosque. Un día su mujer le pidió que llevase una cesta con fruta fresca y agua mineral a su abuela que vivía al otro lado del bosque. Como ginesito rosa no era muy valiente se llevó consigo a tres amiguetes ingenuos por si no encontraba el camino. Cogieron cada uno sus burras y se pusieron en marcha sin protestar. A mitad de camino se encontraron con una fuente y aprovecharon para comer. De repente, apareció un lobo famélico que les pidió un poco de comida. Así que compartieron su comida con nuestro lobo y viendo que la lluvia arreciaba cada vez más, ginesito rosa aprovechó para preguntarle al lobo por el camino más corto para llegar a casa de la abuelita: “Por allí” le dijo el lobo. Los tres ingenuos siguieron a ginesito rosa. Primero por un camino algo impracticable por sus piedrolos y pozos. Pero superaron la primera prueba y llegaron a buen camino y con fin en una casa que resultó no ser la de la abuela. Atravesando zonas de cultivo de almendros llegaron a un nuevo camino con dos vertientes. Ginesito rosa dijo: “el lobo me ha dicho que sigamos siempre a la derecha”. Los ingenuos le siguieron y tras largo recorrido llegaron de nuevo a una nueva sin salida y vuelta atrás para seguir por el de la izquierda. Baja que baja con la burra, ginesito rosa se lanza para llegar primero a casa de la abuela. Pero ete aquí que no le queda más remedio que arrodillarse y pedir que no le mataran por hacer caso al lobo, pues de nuevo estaban en un lugar sin salida. Deshagamos lo andado dice ginesito rosa, pero gracias a la intervención sensata de uno de los ingenuos descubrieron el camino que les llevaba de vuelta a casa, bajo fuerte lluvia que les cala hasta los huesos, pero evitando el truco del lobo que sabía que, bien cansados se los comería uno a uno a la vuelta. Ya en casa y sin haber llevado la cesta a la abuela Ginesito rosa les pide que laven bien las burras, pues sino su caperucita roja no les iba a dejar salir nunca más. I conte contat conte acabat, qui no s’alce té el cul foradat.
4 comentarios:
Muy bueno el cuento, Pau, sino fuera por la cruda realidad y por haber participado de ella. Yo lo iba a llamar <<33 km de FE>>. "Tened fé en mí", dijo el guía, y los feligreses le siguieron hasta finisterre. "De verdad, tened fé en mí" y yo nunca había pasado por mitad de bancales, por mitad de plantaciones, subiendo seudo sendas y bajando supuestos caminos. Todo ello lloviendo y con barro. Menudo día para investigar!! Ya conozco las sendas "técnicas" de ginesito rosa. Pero lloviendo a cántaros y sin frenos en la bici, yo no voy más con ginesito rosa a casa de la abuelita. Otro día pondré cualquier excusa como: "tengo la bola malalta", ó "me van a operar el hombro", ó "es que tengo reunión de padres y me viene ajustao". En fín, como dice Federico Losantos...
A todos los grandes predicadores de la historia se les lapida, lo mismo que se está haciendo conmigo.
La FE no se compra ni se vende, o la tienes o no, y vosotros la tuvisteis en mi, o sea que soy un gran predicador (incomprendido).
La bola? Què collons vol dir això de "tengo la bola malalta? Jo vaig sentir que algú va dir "tinc la gola malalta", que és una altra cosa.
De totes maneres, crec que eixe algú va fer bé quedant-se en casa, perquè qui es van ficar a la gola del llop van ser els intrèpids aventurers del dimecres.
La fe mou muntanyes i obri mars, però és que n'hi ha camins que només el diable (o el llop del conte) podia haver creat...
I, per cert, ja veig que Pau dixit també vol ficar-se, i amb èxit, sens dubte, en el meravellós món de la creació literaria... tant que deia que tothom escrivia bé menys ell...
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