domingo, 9 de septiembre de 2007

El dormilón

No son los Dalton, pero también ofrecen recompensa por ellos...






.- Día 10

Hay días que no existen, que se pierden en el olvido y la ensoñación, períodos de tiempo que juguetean entre la realidad y la ficción. Hoy es uno de esos días, y el viajero tiene la sensación de haber sido absorbido por un agujero negro.

Alguien le ha dicho que hubo de despertar temprano, muy temprano, más temprano de lo natural y saludable, y que a su alrededor la gente estallaba en gozos y festejos. Pero él no lo recuerda sino de forma vaga.

Alguien le ha dicho que el mundo se sumía en una niebla espesa e impenetrable, que era imposible ver más allá de las propias narices, que hasta los desayunos se perdían difuminados en humedad blanca. Pero él no tiene conciencia de ello.

Alguien le ha dicho que ha recorrido en unas horas más distancia que en toda la anterior semana, que han atravesado páramos interminables y llanuras abrasadoras, que han parado a decir adiós a los primeros tránsfugas, que han cantado, han oído músicas diversas, han vuelto atrás, pero el viajero sólo puede pensar en lo que ya ha sido, en lo que está a punto de terminar, en lo que quedará para siempre en el recuerdo.

Alguien le ha dicho que el día no ha terminado, que la noche todavía guarda sorpresas. Pero eso es otra historia.

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